A través de mis proyectos, exploro la complejidad de ser mujer y madre en un mundo que a menudo subestima y subordina nuestras experiencias. Mi enfoque artístico se nutre del discurso y representación de las realidades de la experiencia femenina en nuestra sociedad.

TETRIS DOMÉSTICO (diario)

Como madre y artista, el simple hecho de pintar se convierte en un acto performativo. No se trata únicamente de aplicar la pintura  o crear una imagen, es la conquista de un espacio mental y temporal que constantemente me es arrebatado. Cada momento de concentración, cada brochazo, es una victoria frente a la fragmentación de la atención que impone la carga mental doméstica.

Mi proyecto Tetris doméstico nació de esa tensión, la necesidad de encajar tareas, tiempos y cuerpos en un esquema imposible. Las piezas del Tetris eran entonces metáforas de la organización cotidiana, del intento constante de que todo encaje sin colapsar.

Ahora, esa metáfora ha mutado en la práctica misma. La pintura ya no representa el Tetris, es el Tetris. Pintar es mover las piezas mentales, es encontrar el hueco entre la lista de la compra y la reunión escolar, entre el cansancio y el deseo de crear.

El hecho de pintar o de tener tiempo, cabeza y ganas, se convierte en una lucha silenciosa, en una forma de resistencia ante la invisibilización del trabajo mental que sostiene la vida cotidiana.

Pintar o crear otro tipo de pieza, en este contexto, es un gesto político. No porque hable explícitamente de la maternidad o de la carga mental, sino porque existe a pesar de ellas, porque insiste en la posibilidad del espacio propio.